Como indica su nombre, la dieta disociada consiste en evitar comer simultáneamente ciertos tipos de alimentos, ya sea durante una comida o en el mismo día. Según este principio, lo que haría engordar, sería la combinación, durante la digestión, de alimentos incompatibles. Es por eso que, a fin de bajar de peso, se debería disociar la ingesta de estos alimentos. Hay diferentes dietas de este tipo. Éstos son los más populares.
La dieta de Hebert Shelton
Descrito por primera vez en 1951 por el Dr. Shelton, este método tiene como objetivo crear un equilibrio entre la capacidad de digestión biológica y la capacidad de asimilación del organismo, y respetar el funcionamiento de las enzimas.
Se basa en tres principios esenciales:
– Las frutas deben comerse solas con el estómago vacío y nunca al final de las comidas, para que no fermenten. Lo ideal es comerlas en el desayuno.
– El consumo de proteínas (carne, pescado, huevos) siempre debe llevarse a cabo de forma independiente de la de los hidratos de carbono (almidón). La asociación de estos dos tipos de alimentos causaría una mala digestión y, en consecuencia, una mala asimilación. Las proteínas deben asociarse preferentemente con verduras.
– Se deben evitar los productos lácteos y el azúcar.
La dieta disociada clásica
Esta dieta, desarrollada por Albert Antoine en 1968, tiene como objetivo satisfacer el apetito de forma rápida mediante el uso exclusivo de un sólo tipo alimenticio por día:
– Lunes: pescado
– Martes: verduras
– Miércoles: productos lácteos
– Jueves: fruta
– Viernes: Huevos
– Sábado: Carne
– Domingo: jornada mixta
El Método Montignac
Creado en 1980 por el francés Michel Montignac, la primera versión de esta dieta fue una mezcla de otros métodos, incluyendo la dieta Shelton. Desde hace varios años, sin embargo, la dieta Montignac tiene en cuenta un nuevo concepto: el índice glucémico.
El resultado es que este método, que inicialmente era bastante restrictivo, se ha convertido en un programa alimenticio más elástico.
Actualmente propone dos tipos de comida:
– La comida lípido-proteica, que se basa en la asociación de grasas y proteínas, y que excluye los hidratos de carbono.
– La comida de carbohidratos y proteínas, que se basa en un combinar carbohidratos con un índice glucémico bajo y proteínas, excluyendo los lípidos.
Esta dieta también prohíbe la ingesta de hidratos de carbono de alto IG (pan blanco, pastas, mermelada, dulces…), alimentos que contengan azúcar y grasa (chocolate, fruta grasas), grasas saturadas, café y alcohol.
Los inconvenientes de las dietas disociadas
Estos métodos aún no han dado pruebas de eficacia real. Por el contrario, hay muchos factores que contradicen su eficacia. Según el criterio de la mayoría de los nutricionistas, las dietas disociadas:
– Proponen dietas muy monótonas, que pronto aburren y por lo tanto disminuye la motivación para bajar de peso.
– Puede causar deficiencias, ya que tienden a demonizar ciertos alimentos y/o evitar el consumo de ciertos tipos de nutrientes durante ciertas comidas o ciertos días.
– Favorecen la pronta recuperación de los kilos perdidos.